La torre de hielo

 

Mi hermana llegó a casa llorando. Decía que no había encontrado nada para comer, ya que el día era frío y estaba el mercado cerrado. Llevábamos cinco años, desde que mi madre murió, alimentándonos de la comida que robábamos. Hasta que un día nos llegó el rumor de que el rey había anunciado un reto, y quien lo superara se casaría con su hija. Tras mucho pensarlo, me presenté a la prueba, ya que mi hermana y yo habíamos llegado a tal pobreza que no teníamos nada para comer.

El rey no daba nada por mí: yo era pobre y vestía con harapos, pero le di lástima y me dejó concursar. Llegó mi turno cinco días después. Hasta ese momento, nadie había logrado resistir apenas dos horas seguidas en la torre.

La prueba consistía en pasar una noche en la torre helada. Para intentar superar este reto, le dije a mi hermana que cogiera palos secos, los amontonara bajo la torre e hiciera una hoguera, que tenía que alimentar durante toda la noche. Mi hermana no entendía nada, ya que esa torre medía seis metros de alto y ni una pizca de calor llegaría a mí, pero al menos su imagen en la lejanía calentaría mi esperanza de resistir unos minutos más cada vez que lo mirara.

Torre de hielo

Tras una heladora noche, salió el sol, y el asombro llegó a la corte cuando se dieron cuenta de que había logrado pasar allí la noche entera.

Fui llamado ante el rey, y me dijo: “Enhorabuena, has conseguido resistir una dura prueba; pero, ya que has utilizado una hoguera para calentarte, no te casarás con mi hija. Como recompensa, te nombraré mi cocinero.” Yo intentaba convencerle de que el calor de la hoguera no pudo llegar a mí, por la lejanía a la que se encontraba; pero no había manera de que entrara en razón.

Cinco días después, me anunciaron que el rey se iría de caza con unos amigos, y yo debía asar el animal cazado, que tendría que estar listo para el almuerzo del mediodía.

Comencé preparando una gran hoguera para poder asar el venado. A la hora prevista llegaron el rey y todos sus amigos. Tomaron asiento y comenzaron una tertulia comentando la mañana de caza. El tiempo fue pasando y la comida no llegaba a la mesa. Tras más de una hora de retraso, el rey se presentó enojado en la cocina para ver qué era lo que sucedía, y su asombro fue mayúsculo cuando observó la gran hoguera a dos metros del venado que tenía que asar. Entonces el rey me llamó y me preguntó entre voces: «¿Cómo pretendes asar la carne a tanta distancia del fuego?».

Mi respuesta fue la siguiente: “De la misma manera que yo aquella noche en la torre no pude calentarme a tanta distancia de la hoguera”.

El rey comprendió que su comportamiento hacia mí no había sido el correcto, y al mes siguiente se celebró en el reino una boda, en la cual yo fui el protagonista.

 

África Prieto González

Tercero de ESO – B

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1 respuesta

  1. Anna dice:

    Enhorabuena por este precioso cuento.

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