Un viaje difícil, pero… ¡inolvidable!

La pasada semana, aprovechando que estudiábamos en clase “la estructura interna de la Tierra”, y comentábamos la famosa novela de Julio Verne, se propuso a los alumnos que imaginaran una historia y redactasen un relato breve con el tema: Viaje al centro de la Tierra. Este es el estupendo relato de Natalia.

¡Hola! Mi nombre es Morgan. Os voy a contar una historia muy especial, un viaje… Bueno, ¡no sé si se puede llamar viaje!, porque no es un viaje normal, ni nada por el estilo, sino que es un viaje científico. Y, por suerte, me tocó a mí. Empecemos por el principio…

Trabajo en una empresa que estudia el origen y la evolución de todo lo que tenemos a nuestro alrededor. Tenemos tareas bastante complicadas y nos tenemos que tomar en serio el trabajo. Pues fue aquí donde empezó todo: en nuestra empresa surgió la idea de intentar llegar al centro o, al menos, a la segunda capa de la Tierra. Cuando nos lo comentaron en la reunión, al principio pensábamos que era una simple broma. Pero luego nos dijeron que ya se habían puesto en contacto con otro grupo, que este se centraba solo en la estructura externa de la Tierra, que había interés en nosotros y que vendrían a darnos una charla sobre todo esto. Al día siguiente, cuando llegué, ya estaban todos sentados esperando a que comenzaran a hablar.

Después de dos largas horas de charla, llegó el momento: el encargado de esta investigación se dirigió a nosotros diciendo: “Bueno, quiero que sepáis que ha sido difícil elegir quien formará parte de la misión, pero finalmente se ha decidido así…”. Empezó a dar nombres. Mientras, yo estaba tan tranquila, hablando con mi compañera de trabajo, es decir, con la que mejor me llevo. Y, de repente, oí nuestros nombres. Estaba asombrada, pues éramos las únicas chicas de la empresa y pensaba que no teníamos posibilidades.

Esa noche no pude pegar ojo, me pasé horas dándole vueltas a la investigación, hasta que, cuando conseguí dormirme, justo al momento sonó el despertador. Estaba realmente agotada.

Me dirigí a la oficina y, nada más llegar, comenzaron a darme instrucciones. Decían que dentro de una semana empezaría la misión, pues no querían que nadie se nos adelantara en este proyecto científico para conocer mejor nuestro planeta. Pasó la semana, y se hizo muy larga porque se pasaban el día dándonos charlas, lo que es normal, pues tenían que informarnos.

Y llegó el día. Nos habían preparado un montón de cosas, como un traje con componentes que aportan frescor al cuerpo, para así poder soportar las altas temperaturas del interior de la Tierra. Todo estaba muy bien preparado, cada persona estaba localizada, y llevábamos unas mini-cámaras con las que grabaríamos todo, para así poder demostrar con imágenes esta gran aventura. También disponíamos de medios de transporte especiales. Por supuesto, la seguridad estaba garantizada, o eso es los que creíamos…

Centro

Iniciamos el viaje montados en un vehículo parecido a un coche, pero sin ruedas; parecía que flotábamos sobre el suelo. Según nos adentrábamos a más profundidad el calor se hacía más intenso, casi inaguantable, y entonces… ¡el ventilador dejó de funcionar! Aquí empezó el primer problema serio pero, gracias a que teníamos los trajes, esto no fue lo peor. Poco después se produjo un derrumbamiento y nos quedamos bloqueados. Llamamos al equipo de rescate y entonces supimos que nos habíamos desviado de la ruta. Nos dijeron que los más próximos a nosotros estaban a unos 16 km de distancia y que tardarían en llegar a nuestra posición unas dos horas… ¡que tuviéramos paciencia! Todos nos miramos y nos imaginamos lo peor.

Pero sacamos fuerzas y decidimos ponernos a salvo por nuestra cuenta. Cogimos los geo-localizadores, baterías, y todo el equipo necesario, y comenzamos a hacer la ruta a pie. Estábamos muy cansados tras horas de camino, pero deseábamos alcanzar la superficie. Al cabo de unas horas apareció un geo-coche de los más grandes; respiramos aliviados y subimos a él agotados.

A partir de ese momento se acabó la mala suerte. Recuperadas las fuerzas, comenzamos a explorar, grabamos imágenes preciosas, únicas, cogimos muestras de materiales aún no conocidos… ¡Iba a ser un notición!

Finalmente, emprendimos el viaje de vuelta y alcanzamos la superficie. Rápidamente no pusimos a revisar las imágenes y nos dimos cuenta de que allí había algo más….

¡CONTINUARÁ!

Natalia Barbero González  (Primero de ESO – B)

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