El infinito en un junco
La invención de los libros en el mundo antiguo
JOSÉ FERNANDO PABLOS NAVAZO. Profesor de Latín y Cultura Clásica
El infinito en un junco es un delicioso ensayo de Irene Vallejo sobre la escritura, los libros, las bibliotecas y el poder de la lectura publicado por Siruela en septiembre de 2019. El subtítulo La invención de los libros en el mundo antiguo pretende acotar un tiempo y un espacio; sin embargo, a medida que el lector se adentra en su lectura, descubre un libro lleno de historias fabulosas contadas a lo largo de treinta siglos.
Desde que se decretó el estado de alarma el 14 de marzo hasta hoy se ha convertido en el libro más leído en España y eso constituye un acontecimiento festivo, pues algo especial tiene que tener un ensayo sobre los libros en el mundo antiguo para que se imponga en ventas a premios y libros de fácil consumo.
El acierto de Irene Vallejo, doctora en Filología Clásica y profesora de griego, radica en alejarse de una prosa académica y erudita y en acercar al lector con su estilo ágil y ameno el mundo grecolatino y, más concretamente, el de la escritura, los libros y las bibliotecas.
Ese poder de seducción comienza ya en el título de sus cuarenta y cinco capítulos: “Aprender a leer sombras”, “El drama de la risa y nuestra deuda con los vertederos”, “Escritores pobres, lectores ricos”, “Dos hispanos: el primer fan y el escritor maduro”, a los que acompaña un completo aparato bibliográfico.
La idea de la lectura como un viaje es clara desde el principio. Comienza este con una cita de Antonio Basanta: “Leer es siempre un traslado, un viaje, un irse para encontrarse. Leer, aun siendo un acto comúnmente sedentario, nos vuelve a nuestra condición de nómadas”. Ese viaje, físico y mental, tiene un arranque prodigioso en el prólogo, con los emisarios de Ptolomeo II a caballo en busca de cualquier libro que llene la Biblioteca de Alejandría.
La historia de la escritura, sus soportes y su conservación despierta siempre la curiosidad en las clases de latín y de cultura clásica. Incluso a los alumnos más despistados se les iluminan los ojos al oír hablar del papiro -ese junco al que alude el título- y del pergamino, de los volúmenes y de los códices. Porque el libro siempre ha tenido, cualquiera que sea su soporte – arcilla, junco, piel, papel, luz-, esa capacidad de seducción. Borges afirmaba: “El libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”.
Gran parte del éxito de Irene Vallejo radica en conectar las historias de la Antigüedad con historias presentes, tanto de la literatura como del cine, pues estamos ante una lectora y una cinéfila apasionada.
Temas como los diferentes alfabetos y quién fue su creador, los soportes sucesivos y las formas que adoptó el libro, la creación de las grandes y pequeñas bibliotecas, el paso de la oralidad a la escritura, las librerías y el arriesgado oficio del librero, las voces femeninas hechas añicos, la destrucción de las bibliotecas, el primer fan, la censura, el canon sin duda interesarán a cualquiera con un poco de curiosidad y de sensibilidad.
Dice Emilio Lledó, también citado por Irene Vallejo: “El libro es, ante todo, un recipiente donde reposa el tiempo. Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia y la sensibilidad humana vencieron esa condición efímera, fluyente, que llevaba la experiencia del vivir hacia la nada del olvido”. Gracias a los libros hemos preservado del olvido nuestra historia y esta historia de los libros no caerá en el olvido.
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