Un año de locos

LUCÍA SÁNCHEZ DE LA TORRE. 2.º Bachillerato HCS

Aquel 31 de diciembre brindamos, con una venda en los ojos, pidiendo, uva por uva, menos caras largas y más sonrisas. Entró el año 2020 por la puerta grande celebrando aniversarios: el centenario del comienzo del periodo de los Felices Años 20, el centenario de la muerte de Galdós, el décimo aniversario del terremoto de Haití de 2010, el centenario del inicio de la Ley Seca estadounidense, el vigésimo quinto aniversario de la Guerra del Cenepa… ¿Quién nos iba a avisar hace un año de todo lo que nos esperaba? Ni el arcángel Gabriel se atrevió a anunciarlo.

Se presentó febrero con sus brazos abiertos. Nosotros pensando que este iba a ser nuestro año, el de ponernos a hacer deporte, el de formular un nuevo proyecto, el de comer más sano, el de dedicar más tiempo a los nuestros, el de bajar unos kilitos… Fue entonces, el 19 de febrero, cuando nuestro murciélago valenciano visitó San Siro de Milán. Fue entonces, el 19 de febrero, cuando se jugó el Partido Cero: un encuentro entre el Valencia y el Atalanta en el que derrotamos a los italianos, que no fueron los únicos vencidos… ¡La COVID-19 aterrizó en España con su mucosa contagiosa y su sonrisa victoriosa! Algunos no le dieron importancia, otros recurrieron al papel higiénico para encontrar calma.

Marzo dejó caer la guillotina: la OMS señaló a la COVID-19 y la declaró pandemia. La tormenta, que se veía en un principio lejana a nuestro cielo en calma, estaba sobre nuestras cabezas. El 15 de marzo de 2020, España entró en confinamiento total en respuesta a la pandemia del coronavirus. Cada mochuelo en su olivo aplaudía a las ocho en honor a sus ángeles de la guarda: sanitarios, policías y militares, que no cesaron de luchar guardando nuestras espaldas. Cayeron soldados y contagiados, perdimos a muchos de los nuestros, tuvimos que fingir sonrisas ácidas. Parecía que todo se perdía borda abajo, no se concebía más que terror e intriga. ¡Un marzo macabro para el olvido!

En abril, aguas mil… Seguíamos parecidos, peor… La cifra de contagiados a nivel mundial llegó a un millón a principios de mes. El coronavirus seguía extendiéndose por cada rincón del mundo y nosotros, encerrados en casa, hacíamos lo posible por no volvernos locos. Y si no teníamos suficiente con una crisis sanitaria y social, fue muestra de la siguiente –crisis económica- el alcance del predio del petróleo de un valor negativo histórico de -37$. A finales de mes, ya eran tres millones de contagiados en el mundo. La salida del túnel se veía inalcanzable y cualquier tenue lucecilla nos servía de consuelo.

En mayo, en Minneapolis (EEUU) un policía asfixió al afroamericano George Floyd, desencadenando una protesta mundial por la igualdad: voces se alzaron en un grito colectivo pidiendo el fin del racismo bajo el lema “Black Lives Matter”. Por otra parte, el coronavirus reía teniendo tras sí a más de seis millones de contagiados; no obstante, todos comenzábamos a sentir que un desenlace habría y que, por muy difícil que pareciera, íbamos a vencer a la COVID-19.

Junio llegó con su aire fresco y su cálido ambiente. El 21 finalizó el estado de alarma en España tras una duración de 98 días. Nuestras puertas se abrieron y salimos a recibir los rayos del sol con impaciencia. Por mucho encierro que lleváramos por dentro, aquel 21 lo soltamos y embarcamos, con mascarilla y gel, el viaje de la nueva normalidad.

No todo fue coronavirus, en julio la NASA lanzó con éxito su misión rover Mars 2020 en busca de vida antigua. Entre sol, tapas y paseos se nos dibujó una nueva sonrisa en el rostro, y aunque nos quedamos sin fiestas, sin cumpleaños y sin reuniones de centenas, la mejor celebración del momento fue recuperar el espíritu, o seguir con el mismo, pensando en una vacuna.

Agosto llegó como un tímido atardecer. Algunos se olvidaron de la cuarentena y del virus y salieron al mundo como si nada, acabando el verano como un flan y empezando el otoño siendo objetivo de la pandemia. ¡Tantos descuidos derivarían en un regreso a marzo! Por suerte, no nos fue tan mal… Para dejarnos con los ojos como platos, se sucedieron tragedias polvorientas: un par de explosiones masivas en el Puerto de Beirut (Líbano) causaron al menos 220 muertos y 7000 heridos, también en Corea del Norte hubo algunas otras explosiones que dejaron al menos 15 muertos, y en Emiratos Árabes Unidos un incendio arrasó con el mercado de la nueva zona industrial de Aimán.

Amaneció septiembre con la vuelta al cole. ¡Podríamos volver a las aulas! Había sido todo un sacrificio, una desgarradora contienda por acabar el curso. Había duda y pavor por si regresaríamos, y lo hicimos con las medidas necesarias. Parecía imposible, pero fue posible.

Octubre se despertó con el positivo de Trump y Melania y se durmió con un terremoto turco y un homicida canadiense. ¡Halloween con mascarilla!

Noviembre tuvo como evento más destacado a las elecciones estadounidenses: 81 millones de votos a Joe Biden echaron de la Casa Blanca a Donald Trump y a su pajarito azul. Asimismo, el día 17 se cumplió un año del registro del primer paciente 0, infectado de la nueva cepa de COVID-19.

Diciembre lleva tatuada la vacunación y, por supuesto, la Navidad. Son fechas muy señaladas y, a pesar de que nuestro ánimo navideño nos ruega tertulia familiar y tostón, debemos ser precavidos si no queremos un flashback hacia marzo.

Si bien ha sido un año marcado por la pandemia del coronavirus, 2020 no es solo eso. Hemos crecido como humanidad, y esto se lo debemos en gran parte a la COVID-19. Hemos extendido la mano para agarrar al prójimo con el fin de que nadie se quedara por el camino y, aunque no hemos llegado todos, este 31 yo brindo por el espíritu colectivo y solidario que hemos reforzado este año. Yo brindo por todo lo que he crecido por dentro, por todo lo que ha venido y por todo lo que se ha ido. Brindo pensando en un nuevo año, en una nueva aventura, y pidiendo un 2021 mejor que el pasado 2020. No han traído mucha suerte los dos patitos, como tampoco ha traído fortuna comer las uvas pensando en un año de menos trabajo y más juerga; por esto, el 31 me tomaré las doce uvas deseando un año de más instituto y menos parranda.

Querido 2021:
Solo pido que seas más tranquilo que tu progenitor.

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