Historia de terror

LUCÍA CARRASCO. 1.º Bachillerato HCS

Esta es la historia de dos jóvenes hermanos que vivían al lado del río Nilo y trabajaban en el campo. Las cosechas que sacaban en sus tierras las llevaban al mercado de la ciudad de El Cairo. El mayor de los hermanos se llamaba Bes y el pequeño Garai. El mayor de ellos, estaba casado con una bella mujer llamada Amunet y, tras años de intentos de concebir un hijo, la pareja no tuvo éxito. Desesperados rezaron y pidieron a los dioses que les concedieran su deseo y pudieran traer una nueva vida al mundo.

Los dioses tras pensarlo les otorgaron su petición, pero con una condición: el padre debía entrar en la pirámide de Guiza donde se encontraba el faraón Kefrén. Dentro de esa pirámide tenía que encontrar la tumba de Kefrén, abrir su sarcófago y robar cualquier objeto de la tumba. Si este lo conseguía, los dioses le darían su primer hijo. Bes y su mujer aceptaron la propuesta y decidieron intentarlo.

Pirámide de Guiza, Egipto. FOTO: Nina Aldin Thune

Pasadas dos semanas de su decisión, Bes marchó hacia la pirámide de Guiza acompañado de su hermano. Llegaron a la pirámide. Tras varios días, encontraron el sarcófago y lo abrieron. Como había muchos objetos, no se decidían y al final cogieron un colgante con una esmeralda. Felices, regresaron a su casa con su preciado objeto y nueve meses después nació su primer hijo Beth.

Cuando este cumplió los 18 años, su padre comenzó a sentirse mal. Asustado, Bes no se lo contó a nadie y acudió a una curandera. Esta le dijo que tenía la maldición de Kefrén, pero como ya había pasado mucho tiempo, era tarde para hacer nada. La maldición consistía en que cualquier hombre o mujer que abriera el sarcófago se convertiría en una bestia gigante y mataría a todos sus seres queridos. Huyó al desierto para no hacer daño a nadie.

Su mujer, su hermano y su hijo lo buscaron durante semanas, pero no hubo éxito. Bes no pudo luchar más en contra de su voluntad y volvió a casa ya convertido en bestia. Cuando cayó la noche, entró sigilosamente en la habitación donde dormía su hermano y con su boca le desgarró el cuello. Después se dirigió a la habitación de él y su mujer. La miró con pena, pero no pudo contenerse y la asfixió con la almohada. Ahora iría a por su hijo, pero se sorprendió cuando no lo encontró en la habitación. Buscó por toda la casa y lo encontró intentando saltar por una ventana. La bestia se abalanzó sobre él y lo tiró al suelo. Lucharon y el joven, cuando la bestia estaba distraída, intentó huir. Fue hasta la cocina donde encontró una espada, esperó a que la bestia llegara allí y cuando entró por la puerta le clavó la espada en el corazón y se lo sacó.

La bestia murió al instante y Beth pensó que la maldición había terminado. Pero lo que no sabía era que a la persona que matara a la bestia se le transmitiría esa misma maldición.

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