Una vida sin móvil

Móvil

Mi infancia fue como la de cualquiera; era una niña que disfrutaba jugando con cualquier cosa, que podía estar jugando mucho tiempo al mismo juego sin aburrirse, etc. Sin embargo, cuando tenía nueve años, mis padres me regalaron un móvil para que jugara con él.

Aunque tenía ese móvil, yo seguía con mis juguetes. Pero todo cambió cuando tenía once años: empezaba a aburrirme cuando jugaba, y solo quería estar con un móvil o un ordenador.

Hace aproximadamente tres años y medio, yo ya tenía un móvil con acceso a las redes sociales por las que me comunicaba con mis amigos.  Empecé a “viciarme” con el móvil, y no hacía otra cosa: me pasaba todo el día con él.

A consecuencia de esta adicción, dejé de estudiar, y ahí empezó mi problema en el instituto. Mis padres se dieron cuenta y enseguida pusieron límite a la situación: me quitaron el móvil. Al principio, yo no sabía qué hacer, y entonces comencé a leer y a hacer otras cosas para entretenerme. Los primeros días era raro, pero cuando pasó el tiempo me acostumbré.

Ahora vuelvo a tener móvil, aunque no puedo disponer de él todos los días, solo los fines de semana. Pero, cuando no lo tengo, mi vida es normal y no echo en falta el móvil, ya que también se pueden hacer muchas cosas sin él.

 

Bárbara González Escudero  (2º ESO B)

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