Viaje a Roma: Piazza del Popolo

La Piazza del Popolo es una de las plazas más conocidas de Roma. En español su nombre se traduciría como Plaza del Pueblo. Se discute si este nombre procede de la capilla que levantó en 1099 el pueblo de Roma en el solar donde hoy está el convento de Santa María del Popolo o por la abundancia de chopos en esta zona.

Las iglesias gemelas de Santa Mª dei Miracoli y Santa Mª in Montesanto.

Las iglesias gemelas de Santa Mª dei Miracoli y Santa Mª in Montesanto.

La Plaza se encuentra en la puerta norte de lo que eran las Murallas aurelianas, donde antes estaba la Puerta Flaminia, justo el comienzo de la Vía Flaminia, que en tiempos del Imperio era la principal calzada hacía el norte. El diseño actual de la plaza es de estilo neoclásico, obra del arquitecto Giusseppe Valadier entre 1811 y 1822, quien se ocupó de la demolición de algunos edificios con el fin de dotar a la plaza de dos armoniosos semicírculos. Este diseño rompe con la forma trapezoidal centrada en la Vía Flaminia de la antigua plaza; en lugar de él, los dos semicírculos son una clara reminiscencia de la Plaza de San Pedro, obra de Bernini.

Un obelisco egipcio llamado Flaminio dedicado a Ramsés II, traído de Heliópolis se alza en el centro de la plaza. Es el segundo más antiguo y uno de los más altos de Roma con 24 metros, o 36 contando el pedestal. Su antigua ubicación en el Circo Máximo data del año 10 a.C., por orden del emperador Augusto. Domenico Fontana eligió colocarlo en el centro en 1589 como parte del plan urbanístico auspiciado por el Papa Sixto V.

Anteriormente, una fuente decoraba la parte central de la plaza; dicha fuente se encuentra en Piazza Nicosia adonde se trasladó en 1818, cuando se añadieron fuentes de inspiración egipcia a la base del obelisco.

Mirando desde el norte tres calles nacen de la plaza, formando el conocido tridente: la Vía del Corso en el centro (una de las principales arterias comerciales de la ciudad), Vía del Babuino a la izquierda y la Vía di Ripetta a la derecha. Las iglesias gemelas de Santa Maria dei Miracoli (1681) y Santa Maria in Montesanto (1679), empezadas por Carlo Rainaldi y completadas por Bernini y Carlo Fontana, delimitan el cruce de las calles. En ellas aparecen diferencias al estilo de la asímetría barroca, lo que no hubiera ocurrido si se hubiese tratado de un diseño neoclásico.

Santa María del Popolo alberga los cuadros del Caravaggio: La conversión de San Pablo y la Crucifixión de San Pedro.

Santa María del Popolo alberga los cuadros del Caravaggio: La conversión de San Pablo y la Crucifixión de San Pedro.

Hacia el Sur, la Vía del Corso sigue el rumbo de la antigua Vía Flaminia, que cambió de nombre en la Edad Media, pasándose a llamar Vía Lata, antes de quedarse con el nombre actual y finaliza en Piazza Venezia. Proviene de la Colina Capitolina y del Foro romano. La Vía di Ripetta pasa por el Mauseoleo de Augusto hasta llegar al Tíber, donde hasta el s. XIX se podía encontrar el Porto di Ripetta. La Vía del Babuino, que muere en Piazza di Spagna, toma su nombre de una grotesca escultura de Sileno, conocida con el sobrenombre popular de «El Babuino».

En el lado norte se alza la Porta del Popolo y la vieja iglesia de Santa Maria del Popolo; la Porta sufrió su última transformación en 1655, cuando el Papa Alejandro VII ordenó adecentarla para recibir a la Reina Cristina de Suecia, después de su conversión al catolicismo y su abdicación. El diseño corrió a cargo de Bernini. Es curioso que mientras normalmente este tipo de estructuras festivas se fabrican en materiales poco resistentes, en Roma se realizase en piedra. Completa la plaza una comisaría de Carabinieri cuya cúpula refleja la de la iglesia de Santa María.

OPINIÓN PERSONAL DEL VIAJE A ROMA 2015

Roma es una ciudad realmente maravillosa. La verdad es que me ha encantado todo; ha sido genial, tanto el viaje en avión y autobús, las visitas sobre todo y también las veladas nocturnas con todos nuestros amigos y compañeros en las habitaciones del hotel, contando chistes, recordando momentos vividos, anécdotas o también cantando y gastando bromas a los que se quedaban dormidos.

La ciudad tiene un monumento, un resto arqueológico o un rincón encantador a la vuelta de cada esquina, y lo que personalmente más me ha impresionado es cómo íbamos en una calle estrecha, normal y, de repente, nos encontrábamos con plazas o monumentos gigantescos y preciosos. Los monumentos como el Foro Romano, el Vaticano, el Coliseo, el Panteón, entre otros monumentos, plazas (Navona, Popolo, España…) e iglesias me han parecido todos espectaculares, enormes, preciosos.

También hemos visitado las catacumbas de san Calixto; pese a haber estado dentro de ellas unos treinta minutos escasos, me han parecido unas obras arquitectónicas espectaculares, ya que están construidas bajo tierra en épocas muy antiguas, y no me imaginaba que tuviesen tantos pasadizos estrechos, haciendo que se parezcan a un laberinto.

Muchos de los monumentos por la noche resaltan más que por el día y son dignos de ser admirados por su gran luminosidad y por la cantidad de gente que sale a la calle para poder ver a los artistas, músicos, pintores o incluso mimos que salen al anochecer a esos preciosos lugares de Roma para mostrar sus obras de arte, ya sea con pintura, música o gestos.

Realmente, como ya he dicho anteriormente, me ha encantado todo, ya sea por momentos pasados en los distintos lugares o porque me resultase bonito, pero es que, incluso la compañía que hemos tenido, tanto los alumnos, es decir mis amigos y compañeros, como de los profesores ha sido estupenda, ya que han estado a nuestro lado en todo momento para resolvernos las dudas que nos surgían durante las visitas.

Estábamos agotados, pero no se nos nota nada.

Estábamos agotados, pero no se nos nota nada.

Me ha parecido muy bien que los profesores después cada visita nos dejasen tiempo libre para poder comer o cenar a gusto y tranquilos, para después ir a donde nosotros quisiéramos siempre en grupo, porque así hemos ido a nuestro aire durante unas horas cada día y hemos podido disfrutar de muchos de los encantos de la ciudad, haciéndonos sentir como si estuviéramos en nuestra propia casa. Algunos de los ejemplos de lo dicho anteriormente son: tumbarnos en la puerta del Panteón y oír tocar a los distintos músicos que cantaban y tocaban allí, sentarnos en unas piedras al pie del Coliseo, o simplemente pasear por las calles hablando de distintos temas y, sobre todo, algo que siempre recordaré, ir cantando por cada calle canciones típicas de España, porque allí nos sentimos todos más españoles que nunca.

Para los que hablamos español es una ciudad muy cercana, ya que los italianos entienden casi todo lo que decimos, aunque a nosotros nos cueste más entenderlos a ellos; pero no hemos tenido ningún tipo de problema para entendernos en ningún momento, puesto que la gente en su mayoría es muy amable y la comunicación es rápida. Además, casi a cada paso que dábamos nos encontrábamos a muchísimos turistas de otros países, pero sobre todo españoles, ya que se les conocía bien, porque todos los grupos íbamos con las banderas de España atadas a la espalda.

Es una ciudad a la que volvería a ir una y mil veces más, para verla de nuevo y también para poder ver los monumentos que se encontraban en obras, como la Fontana de Trevi.

Sandra González Tejedor. 4º ESO A

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